Durante mucho tiempo, los informes no financieros fueron algo secundario para muchas empresas. Algo reservado a los equipos de sostenibilidad o a las grandes compañías cotizadas. Eso ha cambiado. Hoy en día, los requisitos normativos en materia de información medioambiental, social y de gobernanza (ESG) están creciendo rápidamente tanto en alcance como en complejidad. Desde la Directiva de Información sobre Sostenibilidad Corporativa (CSRD) en Europa hasta las normas de divulgación climática de la SEC en EE. UU., los informes no financieros se han convertido en una exigencia empresarial fundamental.
Pero con tantos estándares, siglas y plazos cambiantes, ¿por dónde deberían empezar las empresas?
1. Comprender qué se exige. Ahora y en el futuro
El primer paso es tener claridad. Cada jurisdicción e industria enfrenta requisitos diferentes, y hay muchos más en camino. En la UE, la CSRD está ampliando las obligaciones de reporte a miles de empresas, incluidas aquellas de fuera del bloque con actividad significativa en la región. Las normas del ISSB del IFRS están marcando un nuevo punto de referencia global para la divulgación sobre clima y sostenibilidad. Al mismo tiempo, países como Reino Unido, Japón y Canadá están incorporando marcos alineados con el IFRS a su legislación nacional.
Empieza por identificar:
- Qué normativas se aplican actualmente a tu empresa
- Cuáles podrían aplicarse en los próximos 1 a 3 años
- Requisitos sectoriales o marcos voluntarios adoptados habitualmente por otras compañías de tu sector (como GRI o SASB)
2. Detectar las carencias de datos
Una vez que sabes qué debes reportar, el siguiente reto es saber si puedes hacerlo. La mayoría de las organizaciones no cuenta con datos coherentes y auditables en ámbitos como emisiones de carbono, riesgos en derechos humanos o ética en la cadena de suministro. Los sistemas internos no suelen estar preparados para indicadores no financieros, y acceder a los datos de los proveedores puede ser especialmente difícil.
Realiza una evaluación de materialidad y un análisis de brechas para:
- Priorizar los temas ESG clave
- Identificar fuentes de datos que faltan o no son fiables
- Entender qué aspectos del proceso de reporte deben reforzarse
3. Implicar a equipos transversales
Los informes no financieros ya no son solo responsabilidad del equipo de ESG o cumplimiento. Afectan a compras, RR. HH., operaciones, TI, relaciones con inversores y más. Los programas de reporte deben ser transversales, con responsabilidades claras y propiedad compartida.
Involucra desde el principio a las personas adecuadas:
- El equipo de finanzas puede ayudar a estructurar los informes con criterios de auditoría
- Compras puede facilitar la recopilación de datos de proveedores
- RR. HH. y el área legal pueden apoyar en temas como diversidad y diligencia debida
4. Elegir un marco de reporte. Y mantenerse flexible
Con docenas de estándares en juego, es fácil sentirse desbordado. Comienza con un marco que esté alineado con tu estrategia empresarial y las expectativas de tus grupos de interés, como el GRI para divulgaciones ESG amplias o el ISSB para riesgos climáticos.
Pero prepárate para adaptarte. A medida que los estándares se armonizan (y los reguladores se ponen al día), es probable que tengas que ajustar tu enfoque. Contar con una plataforma de reporte flexible puede facilitar la adaptación a nuevos requisitos sin tener que empezar de cero.
5. No esperes. La transparencia genera confianza
Las normativas pueden ser el detonante, pero la transparencia (y la mejora continua) son lo realmente importante. Inversores, clientes y empleados analizan cada vez más de cerca cómo las empresas gestionan los riesgos y oportunidades ESG. Empezar pronto, antes de que una ley lo exija, genera credibilidad y posiciona a tu empresa por delante del resto.
Reflexión final
Los informes no financieros tratan de cumplir con la normativa, pero también consisten en ofrecer una imagen clara y honesta del funcionamiento de tu empresa y de su impacto. A medida que aumentan las exigencias regulatorias, también crece la oportunidad de utilizar esa información para tomar mejores decisiones, reducir riesgos y construir una resiliencia duradera.
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